En los primeros veinticinco años de vida, los niveles de Q10 en el cuerpo humano son elevados, pero el paso del tiempo, el estrés, la exposición a los rayos ultravioletas, el consumo de tabaco, alcohol y algunos medicamentos, reducen progresivamente su presencia en los tejidos, un déficit que resulta particularmente negativo en el caso de la piel, porque las células no logran regenerarse de manera natural y eso se traduce en pérdida de firmeza, aparición de líneas y arrugas, y falta de luminosidad y elasticidad.
¿CÓMO SE DESARROLLA UNA DEFICIENCIA DE Q10?
El cuerpo produce una sustancia similar a la vitamina Q10 por sí mismo que, como explicamos antes, es vital para proporcionar energía a las células del corazón, hígado y piel. Con una falta de Q10 nuestra piel no puede producir el colágeno que, como también sabes, es responsable de la firmeza y elasticidad de nuestra piel.
En situaciones de estrés, enfermedad o agotamiento físico, nuestro cuerpo utiliza naturalmente más nutrientes para repararse a sí mismo. Lo mismo sucede cuando llevamos un estilo de vida poco saludable. A razón de todo el Q10 que el cuerpo está usando para protegerse, hay una mayor necesidad de Q10 y esto puede tener un grave impacto en la piel. A medida que el cuerpo distribuye el Q10 a donde más se necesita, la piel comienza a estar menos tensa y sus habilidades de estiramiento comienzan a desvanecerse.