Algunas personas tienen la piel muy seca de forma natural, mientras que otras solo presentan picores y zonas enrojecidas durante los meses de invierno. La piel se agrieta y se vuelve áspera, lo que provoca una sensación de tirantez incómoda en la piel.
Esto suele deberse a las glándulas sebáceas, pues su labor es proporcionar grasa a la piel y, así, protegerla de la sequedad. Si hay pocas glándulas sebáceas o no funcionan adecuadamente, la piel se resecará rápidamente. Por lo tanto, la piel muy seca suele aparecer en zonas con pocas glándulas sebáceas y poco tejido subcutáneo, como son los codos, las rodillas o las espinillas. Mientras que las glándulas sebáceas producen mucho sebo durante la pubertad, la producción de sebo disminuye con la edad. Por este motivo, con la edad la piel necesita un tratamiento más rico e intenso.